Perdón, a modo de despedida.


Después de conocer mundo viajando en su aparente pedestal, cerró el círculo a su experiencia de medio siglo.

Pidió volver, al origen de sus días infantiles, en la única familia que le dio cobijo. Esta última oportunidad le era urgente: el vacío conquistado en su peregrinaje le despojó de todo bien material e inmaterial. La nada.

Su optimismo irracional acabó al conocerse solo y desamparado.

¿Para qué vivir como un pobre diablo? No pudo mendigar, eso para él era inimaginable. Saltó desde la ventana de la habitación que ocupaba.

Se fue sin rogar nada. Su existencia y su no despedida es un mensaje aterrador para los que se consideraron amigos o familia.

Un conocido suyo me recriminó no haber sido avisado del suceso, era su amigo –me dijo. Tuvo muchos amigos.

En el entierro estábamos todos los que no supimos ver y los que no quisieron ver. No aprecié piedad ni compasión.

El final de esta historia empezó el día en que un niño de apenas tres años se quedó sin madre. Sus abuelos maternos lo educaron como buenamente entendieron. La soledad de la falsedad terminó con él.

Si la muerte es una liberación, la decidida, la considero un empezar urgente.

Ps/ Article del 25 d’octubre del 2009.

M’he ressentit al llegir-lo.

Reviure una desagradable i trista història personal.

La solitud no sempre es escollida.

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